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Lacras sociales

En el viejo oeste los que se tomaban la ley en las manos se les llamaban forajidos y aparecían en carteles de “se busca” y ofrecían una recompensa.  Estos delincuentes eran, y hoy son, verdaderas escorias o lacras sociales.

Por: Hugo H. Bernal V. | Forajidos son delincuentes que anda fuera de poblado, huyendo de la justicia. Delincuente, es la persona que no actúa como manda la ley o quebranta ley. En esencia la ley se expide para mantener las condiciones sociales; quien incumpla la ley pone en riesgo dichas condiciones sociales, generando caos o desorden e indisciplina social.

La escoria social existe en todo el mundo, pero particularmente en Barrancabermeja se ha incrementado en forma exagerada. Sólo quiero referirme a los infractores de tránsito, esos conductores de automóviles o motos, que, sin vergüenza, no cumple la ley de tránsito; se pasan los semáforos en rojo, hacen cruces prohibidos, conducen por la acera, parquean en sitios prohibidos, etc.

La actividad de conducir vehículos automotores, ha sido considerada, una actividad peligrosa que coloca a los peatones, otros vehículos y bienes en general, ante inminente peligro de recibir lesión, daño y aun hasta la muerte.

Cuando, yo veo uno de estos forajidos en moto pasándose un semáforo en rojo o desconociendo, flagrantemente, una prohibición de cruce, me indigna. Hoy en día, parece una virosis, la gran mayoría de motociclista en una forma fría y malvada se toman la ley en sus manos, despreciando la humanidad de los peatones y de los otros vehículos. Verdaderos forajidos, verdaderos delincuentes, reales lacras de la sociedad barranqueña.

Realizo, inmediatamente, un dialogo interno, y me preguntó, ¿qué hace que esos delincuentes violen la ley en forma intencional y tan natural?; con su actuar están despreciando la vida de las personas y los bienes que los rodean.

Me contaron un caso lamentable, de un motociclista que conduciendo en contravía chocó a una mujer. Huyó dejándola tirada en la calle a su suerte; por unos testigos, fue después capturado. Y resulta que no tenía SOAT ni tecno mecánica y así, como cualquier forajido “cabalgado” en las vías de la ciudad. La mujer lesionada, la tuvieron que operar con incapacidad de seis (6) meses y sin que lo cubriera un Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito.

La respuesta a la pregunta hecha, para mí, sería la crisis de valores que estamos viviendo. Cuando hablamos de crisis de valores, nos estamos inmiscuyendo en la dimensión moral, donde algunos valores morales que eran dominantes son sustituidos por otros antivalores que empiezan a dominar

Ejemplos de materialización de la crisis de valores se describen de la siguiente forma: “Coma callado”; “cuanto es mi tevillegar”; conseguir las cosas con el menor esfuerzo y el irrespeto por los derechos de los demás. Igual, cuando la moral se mide por lo que tiene alguien, sin importar cómo lo consiguió; el dinero fácil versus trabajar con honestidad. La inversión de la regla, primero yo y luego los demás.

Toda esta crisis axiológica en el entorno social, nace en primer lugar en el hogar, porque los hijos aprenden con el ejemplo, y solo reproducen lo que ellos hacen. A este modo de transmitir un sistema de valores de una generación a otra, se denomina endoculturación. Este proceso cultural es la forma de transmisión de costumbres, ideas y comportamientos de una generación a otra.

En el hogar, el patrón comportamental de los padres lo aprendieron de sus padres; y estos de los suyos y así sucesivamente. Si aprendieron valores positivos enseñarán con su ejemplo a sus hijos estos valores, de lo contrario aprenderán antivalores.

Entonces, los hijos como receptores del conocimiento moral impuestos por sus ancestros, debe ser reforzado o cambiado socialmente en las escuelas, través del proceso de enculturación y aquí juegan muchas variables, porque el profesor puede modificar el sistema de valores y creencias como expresión cultural en forma negativa o positiva.

Si el conductor de vehículo automotor, paga por su licencia de conducción o el curso, porque la corrupción es el cáncer social; que podemos esperar de su futuro comportamiento en las vías publica y, aquí, aparece el nuevo actor el agente de tránsito que si cumple bien su deber puede lograr cambio de antivalores, pero si no lo hace, solo refuerza la inmoralidad, que va terminar de reforzar su condición de forajido y de poner en peligro a los habitantes de la ciudad.

Es un tema complejo, muchos actores, muchas variables, pero siguen los accidentes, lesionados, muertos y propiedades dañadas. En el hogar, hay que dar el primer paso.

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*Abogado, periodista, letrista y gestor cultural.

Esta columna encierra el pensamiento del autor, en ningún caso es la posición de Río Grande.

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