Pese a que el ELN tiene hoy el mejor escenario para lograr un acuerdo de paz, el proceso que adelanta con el Gobierno Petro parece haber entrado en punto muerto. Su escasa voluntad de paz ha sido un factor determinante en la dificultad de avanzar hacia una solución negociada al conflicto armado.
Los procesos de paz en la historia de Colombia han sido marcados por avances y retrocesos, acuerdos y desacuerdos. La falta de cumplimiento de lo pactado, la desconfianza entre las partes, la persistencia de intereses contrapuestos y la complejidad del conflicto armado han sido algunos de los factores que han contribuido a la dificultad de alcanzar una paz duradera en el país.
La escasa voluntad de paz del ELN ha sido un factor determinante en la dificultad de avanzar hacia una solución negociada al conflicto armado en Colombia, generando desafíos y obstáculos que han limitado la posibilidad de alcanzar una paz estable y duradera en el país.
El ELN ha sido señalado por llevar a cabo actos terroristas que han afectado la estabilidad y la seguridad en Colombia, generando un debate constante sobre la necesidad de buscar alternativas pacíficas para poner fin al conflicto armado en el país.
Los intentos de negociación con el ELN han enfrentado desafíos similares a los procesos con las FARC, evidenciando la complejidad y la dificultad de lograr una paz estable en Colombia en medio de un conflicto armado prolongado y multifacético.
El ‘negocio’ del terror
El Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha sido considerado como un grupo armado insurgente en Colombia y ha sido señalado por realizar acciones que han sido catalogadas como actos terroristas. A lo largo de su historia, el ELN ha cometido atentados contra la población civil, la infraestructura del país y las fuerzas de seguridad, lo que ha generado un impacto significativo en la sociedad colombiana.
Entre los actos terroristas más notorios atribuidos al ELN se encuentran ataques con explosivos en zonas urbanas, secuestros de civiles con fines políticos y económicos, y emboscadas contra la fuerza pública. Estas acciones han causado la pérdida de vidas humanas, heridas, desplazamientos forzados y un clima de inseguridad en diversas regiones del país.
El ELN ha justificado sus acciones violentas como parte de su lucha armada y su búsqueda de transformaciones sociales y políticas en Colombia. Sin embargo, la comunidad internacional y diversos sectores de la sociedad colombiana han condenado estos actos considerándolos como violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario.
Es importante destacar que, a pesar de los intentos de diálogo y negociación para lograr un acuerdo de paz con el ELN, la persistencia de acciones terroristas por parte de este grupo ha sido uno de los principales obstáculos para alcanzar una solución pacífica al conflicto armado en Colombia. La comunidad internacional ha instado al ELN a cesar sus actividades violentas y a buscar vías pacíficas para la resolución de sus demandas y conflictos.
Sin voluntad de paz
La percepción de una escasa voluntad de paz por parte del Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha sido un tema recurrente en el contexto de los intentos de diálogo y negociación con este grupo armado en Colombia. A lo largo de los años, diversas acciones del ELN han sido interpretadas como obstáculos para avanzar hacia un acuerdo de paz sostenible y duradero.
Uno de los principales argumentos que respaldan la idea de una escasa voluntad de paz por parte del ELN es la persistencia de acciones violentas y actos considerados como terroristas, como atentados con explosivos, secuestros y emboscadas. Estas acciones han generado un clima de inseguridad y desconfianza en la sociedad colombiana y en la comunidad internacional, lo que ha dificultado la construcción de un ambiente propicio para avanzar en un proceso de paz.
Otro aspecto que ha sido señalado como muestra de la escasa voluntad de paz del ELN es la falta de un compromiso claro y consistente por parte de este grupo para cesar sus actividades armadas y buscar soluciones políticas a través del diálogo y la negociación. A lo largo de los intentos de acercamiento, se han evidenciado retrocesos, incumplimientos de acuerdos y falta de disposición para avanzar en aspectos clave del proceso de paz.
Además, la reticencia del ELN a renunciar a prácticas como el secuestro y el reclutamiento de menores de edad, así como su insistencia en mantener una retórica radical y confrontacional, han sido interpretadas como señales de una voluntad limitada para comprometerse en un proceso de paz genuino y constructivo.
La búsqueda de la paz
En la convulsa historia de Colombia, los procesos de paz han sido un tema recurrente en busca de poner fin a décadas de conflicto armado. A lo largo del tiempo, se han suscitado varios intentos de diálogo y negociación entre el gobierno y grupos guerrilleros, cada uno con sus particularidades y resultados.
Uno de los primeros intentos significativos tuvo lugar en la década de 1980, con los diálogos de paz entre el gobierno de Belisario Betancur y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Este proceso, conocido como el «Proceso de Paz de Uribe», culminó en el acuerdo de La Uribe en 1984, que permitió la desmovilización de un sector de la guerrilla. Sin embargo, este proceso fue considerado fallido debido a la falta de implementación de lo acordado y la reactivación de la violencia.
En la década de 1990, durante el gobierno de César Gaviria, se intentó nuevamente un proceso de paz con las FARC, conocido como los diálogos de Tlaxcala. A pesar de lograr acuerdos como la creación de la Zona de Distensión de El Caguán, este proceso no logró poner fin al conflicto, principalmente por la falta de cumplimiento de los compromisos por parte de ambas partes y la persistencia de acciones violentas.
El gobierno de Juan Manuel Santos marcó un hito en la historia reciente de Colombia con los diálogos de paz con las FARC en La Habana, Cuba, que culminaron en el histórico Acuerdo de Paz de 2016. Este acuerdo incluyó aspectos fundamentales como la dejación de armas por parte de la guerrilla y su participación política. A pesar de haber sido celebrado a nivel internacional, el proceso enfrentó críticas y obstáculos en su implementación, como la falta de garantías de seguridad para excombatientes y líderes sociales, así como la persistencia de disidencias armadas.
En cuanto a los acercamientos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), otro actor importante en el conflicto armado en Colombia, también se han dado diversos intentos de diálogo a lo largo de los años.
Durante el gobierno de Juan Manuel Santos, se iniciaron conversaciones de paz con el ELN en Quito (Ecuador), en 2017. Estas negociaciones buscaron establecer un acuerdo similar al alcanzado con las FARC, sin embargo, se vieron obstaculizadas por diversos factores, como la persistencia de acciones violentas por parte del ELN durante las negociaciones, la falta de consenso en temas clave y la ausencia de un cese al fuego bilateral.
A pesar de algunos avances y acuerdos parciales alcanzados en la mesa de diálogo, como la participación de la sociedad civil en las negociaciones, la falta de un compromiso definitivo por parte del ELN para cesar sus acciones armadas y la reticencia del gobierno de Iván Duque a continuar con las conversaciones llevó a un estancamiento en el proceso de paz con este grupo guerrillero.
En la actualidad, pese a la propuesta de Paz Total del Presidente Gustavo Petro, los acercamientos con el ELN se encuentran en un punto muerto, con escasas posibilidades de reactivación en el corto plazo. La persistencia de la violencia, los intereses divergentes y la falta de confianza entre las partes continúan siendo obstáculos para lograr un acuerdo de paz sostenible con este grupo armado.