Fue doña Nieves quien después de saciarnos el hambre, continuó expresando su pesar y enfatizó que ella había advertido en las reuniones con los ingenieros que “la vía no se podía hacer por ese sector por dos razones: 1- Allí hay un nacimiento de agua y 2- Hay un encanto.
Por Heyner Mancera | Acosados por el hambre, nos detuvimos en la vía para tomar un tentempié que apaciguara la presión de la solitaria. Las arepas de chócolo o maíz dulce, además de deliciosas son famosas y no pueden faltar en un “semipare” en la vía Bucaramanga-Barrancabermeja.
Mientras la doña calentaba las viandas, aplicando rítmicamente la mantequilla, bajó su mirada y dijo: “todo el maíz está en la nevera… hoy no hemos vendido nada”, señalando con su boca la pequeña vitrina donde estaban expuestas todas las arepas, y agregó: “Si la vía se daña nos perjudicamos todos, los vendedores no pueden sacar sus frutas y yo no podré pagar los empleados hoy…”.
Cada vez que tengo la oportunidad de hacer un viaje, por corto que sea, siempre paro en algún lugar, para respirar el aire local e intercambiar ideas con la gente; allí está la verdadera experiencia. Esta vez, fue doña Nieves quien después de saciarnos el hambre, continuó expresando su pesar y enfatizó que ella había advertido en las reuniones con los ingenieros que “la vía no se podía hacer por ese sector por dos razones: 1- Allí hay un nacimiento de agua y 2- Hay un encanto”, a lo que repliqué: ¿un encanto? Me dijo: “Sí. Esas montañas las cuida un espíritu y el nunca a dejado que esa vía la terminen.” Observé determinación en sus palabras; como una sentencia irrevocable, convencida de que todo lo que dijeron sus abuelos y padres es una verdad que no admite reserva.
Pero ahí no terminó la respuesta a mi inocente pregunta; Nieves continuó dando testimonio, que algunos de sus vecinos “últimamente han visto al espíritu con su chicote encendido en medio de la maleza”.
Miré de reojo la montaña del otro lado de la carretera, frente a la pequeña vitrina de arepas y crucé una corta mirada con mi compañera de viaje asintiendo y dando total credibilidad a las palabras de la vendedora de arepas, por encima de miles de millones invertidos en estudios de ingeniería y obras en la vía, ya que la evidencia es irrefutable: Derrumbes y fallas en el sector montañoso.
Pero, además, la sentencia de doña Nieves, es confirmada por la Sociedad Santandereana de Ingenieros, quienes en 2023 comunicaron que:
la vía Bucaramanga-Barrancabermeja está destinada a vivir derrumbes para siempre
Así pues, pagamos las arepas y sin hambre y con miedo, pero con la bendición de doña Nieves reiniciamos el viaje, por una carretera oscura llena de barro, hojarasca y montañas como gelatinas. Afortunadamente no apareció el espíritu con su chicote encendido, pero sí una ambulancia que no podía avanzar por el mal estado de la vía.
Que la carretera es un peligro, es verdad; Que está encantada es verdad, pero también es verdad que pasarán muchos años antes que esta vía se convierta en un verdadero corredor que comunique eficientemente las dos ciudades mas importantes del Departamento. Por el momento el espíritu que cuida las montañas, seguirá mofándose de los ingenieros y los políticos que se burlan y no consultan o estiman la sabiduría popular de nuestra gente. Ya veremos.
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* Mg. Gestión Ambiental
– Esp. Química Ambiental
– Ing. Biomédico – Secretario de Medio Ambiente y Educación
– Asesor Min Ambiente
– Docente Universitario e Instructor SENA.
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