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Educación para ganar o fracasar

Enfoques concretos de formación, responden a una pregunta fundamental: ¿Qué tipo de individuo y qué tipo de sociedad queremos formar? Si lo que deseamos para Colombia es una sociedad corrupta, violenta e inculta, el trabajo está hecho.

Por: Heyner Mancera Rincón | El sistema educativo colombiano es un fracaso. Lo dijo el presidente Gustavo Petro en 2023, Rodolfo Llinas en 2018, Estanislao Zuleta en 1985 y tristemente es verdad.

Análisis de expertos como Julián de Zubiría[1], estudios y pruebas de entidades como OCDE[2], PISA[3], Informe McKinsey, han demostrado que los profesores (actuales y futuros) no leen; el 90% del currículo actual es estéril, los estudiantes están por debajo de promedios internacionales y ni hablar de la obsoleta infraestructura educativa, el bajo nivel en diversas competencias, falta de maestros y un largo etc.

Lo grave es que muchos están convencidos que la solución son nuevas leyes, reformas o políticas que dirán lo mismo de siempre y, a decir verdad, el futuro de la educación colombiana está en veremos con un modelo educativo del siglo 19, profesores del siglo 20 y necesidades del siglo 21.

Otro agravante es el “reiterado abuso retórico en las discusiones políticas y sociales[4]como lo expresó elegantemente el rector de la U. Javeriana (Cali), Vicente Durán Casas. En otras palabras, la excremental verborrea que deja todo en discursos, documentos muertos y aún no se responden preguntas fundamentales después de 100 años del Ministerio de Educación y un plan decenal de educación a punto de caducar. (2026)

La educación debe hacernos mejores personas para ser un mejor país, de lo contrario no sirve porque detrás de cada problema social, económico o político, está la educación.

Dos ejemplos: Singapur sorprende al mundo por cambios en una década; de 1998 a 2008 pasó de los últimos a los primeros lugares en pruebas PISA, gracias a un enfoque mas concreto en la formación de sus docentes y estudiantes (Matemáticas y Ciencias).  Muchos se sorprenden con videos de niños japoneses haciendo aseo en sus aulas (práctica o soji), yendo solos a sus colegios, sirviendo y compartiendo sus alimentos etc., asunto este que enfoca una educación concreta en valores (solidaridad, cuidado de lo público o responsabilidad)

Estos enfoques concretos de formación, responden a una pregunta fundamental: ¿Qué tipo de individuo y qué tipo de sociedad queremos formar?  Si lo que deseamos para Colombia es una sociedad corrupta, violenta e inculta, el trabajo está hecho.

Ahora, si nuestro enfoque es la paz o la justicia social necesitamos pedagogía para enseñar a pensar, entender, analizar, comunicar, convivir, trabajar en equipo, manejar contextos, resolver problemas cotidianos, una educación más humana.

Amo la docencia y me resisto a creer que mantener esta mediocridad nacional es estrategia política para manipular o simplemente la preparación de futuros empleados con ciertas habilidades y cero iniciativa; sin embargo, el sistema educativo llega hasta donde llegan sus docentes y como se escribió en el diario La República[5], nuestros docentes públicos nunca se han dejado evaluar, algunos no cumplen con su trabajo, no se modernizan y están mas pendientes de sus necesidades y prerrogativas legales, que de la calidad de educación de aproximadamente de 5 millones de estudiantes.

El futuro de la educación es el presente y ese maestro futuro debe ser un motivador, un cazatalentos, alguien que inspire, descubra pasiones, genere pensamiento y logre que su estudiante se enamore del maravilloso mundo del conocimiento, que enseñe a bailar, ahorrar agua, tocar guitarra, cantar, sembrar un árbol, manejar la tristeza, hablar en público, cocinar, en conclusión, cosas para la vida donde se afiance o equilibre la inteligencia emocional y social sobre la racional.

Mi mejor profesor de toda la vida fue Arístides Salcedo Rambaut (QEPD), quien en tercero de primaria (1983), nos enseñó a cocer un botón. Eso me sirvió hasta para hacer los arreglos de mis camisas cuando hacia mi maestría en 2000. A mis 50 años, aún recuerdo aquellas clases con el profesor Arístides, su figura, su bigote y aún me queda un vago recuerdo de su voz.  Tal vez todos tengamos un profe Arístides y de eso se trata, ser un maestro para ganar y no para fracasar.

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*Magister en Gestión Ambiental, Especialista en Química Ambiental, Ingeniero Biomédico, Secretario de Medio Ambiente y Educación, Asesor MinAmbiente, Docente Universitario e Instructor SENA.

X: @heyner_mancera

TikTok: @heyner.mancera

Esta columna encierra el pensamiento del autor, en ningún caso es la posición de Río Grande.

[1] Julián De Zubiria La reforma a la educación y el acuerdo nacional

[2] Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos

[3] Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos

[4] Palabras del rector de la PUJ-Cali- P. Vicente Duran Casas.

[5] La República 

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