Written by 12:10 am OPINIÓN

“El Centro: un corregimiento donde se vive y se trabaja, pero bajo la sombra de la inseguridad”

El Centro no solo es el corazón petrolero de Barrancabermeja, también es un territorio donde la inseguridad acecha a diario a trabajadores y comunidad. Los recientes hurtos, acompañados de intimidaciones y retenciones a empleados, no son hechos aislados: son la muestra de una crisis de seguridad que pone en riesgo la vida, la tranquilidad y el futuro de quienes allí habitan y trabajan.

Por: Diego Armando Pérez Mayorga |El corregimiento el Centro, este territorio no es solo un punto en el mapa petrolero, es un espacio vivo: aquí están las casas, las escuelas, los comercios, las vías de acceso y sobre todo, la gente que hace posible que el campo La Cira–Infantas siga siendo un motor de desarrollo.

Sin embargo, sobre este mismo territorio se cierne una sombra que crece y se normaliza: la inseguridad. Los atracos en las carreteras, los hurtos de vehículos, las intimidaciones en los desplazamientos y la sensación de desprotección se han convertido en parte de la cotidianidad, tanto para los trabajadores que cumplen sus turnos como para la comunidad que intenta llevar una vida tranquila.

El problema ya no distingue entre roles: lo sufre el obrero que va hacia su pozo, el contratista que transporta herramientas, la madre que lleva a sus hijos al colegio, el tendero que abre su negocio o el adulto mayor que simplemente se desplaza por la vía principal. Todos, en mayor o menor medida, comparten el mismo temor: ¿qué tan seguros estamos en nuestro propio territorio?

Lo preocupante es que este tema, que debería ser prioridad, se enfrenta a un silencio institucional que lo agrava. La empresa guarda reserva, las autoridades no articulan respuestas suficientes y la comunidad queda atrapada en un ciclo de incertidumbre. Ese vacío de acción y de información no solo desprotege, sino que también debilita el tejido social, porque mina la confianza y deja la sensación de abandono.

No se trata únicamente de los trabajadores petroleros, aunque ellos carguen con una exposición mayor por sus rutas y horarios. Se trata de todo el corregimiento El Centro, que debería ser un ejemplo de progreso y bienestar, y que hoy sufre por la ausencia de garantías mínimas de seguridad. La inseguridad no puede seguir siendo asumida como un riesgo colateral del trabajo o de la vida en comunidad; es una amenaza real que afecta la dignidad, la tranquilidad y el futuro de quienes aquí habitan.

Informar y prevenir también es proteger. Si la comunidad y los trabajadores están enterados de los puntos críticos, de las modalidades de hurto, de las medidas de autoprotección y de los planes de contingencia, estarán más preparados para cuidarse, organizarse y exigir mejores condiciones. Guardar silencio, en cambio, expone más vidas y perpetúa el miedo.

El llamado es claro: la seguridad en El Centro debe ser un compromiso compartido entre empresa, autoridades y comunidad. No basta con operativos aislados ni con respuestas improvisadas; se necesitan planes integrales, comunicación constante, inversión en seguridad y una verdadera articulación que le devuelva la tranquilidad a este corregimiento.

El Centro no puede seguir siendo un territorio olvidado, donde trabajadores y comunidad viven expuestos a la delincuencia mientras las instituciones miran hacia otro lado. Cada hurto, cada retención, cada amenaza es un recordatorio de la fragilidad de la seguridad y de la urgencia de respuestas reales.

El silencio no es neutral: es cómplice. La vida y la dignidad de quienes sostienen con su esfuerzo el motor petrolero del país no pueden seguir dependiendo de la suerte. O se toman decisiones firmes y estructurales, o seguiremos lamentando una inseguridad que no solo roba pertenencias, sino que también roba la tranquilidad, la confianza y el futuro de todo un corregimiento.

El Centro no puede ser visto solo como un campo de producción. Es un territorio con historia, con memoria y con familias que merecen vivir sin miedo. La seguridad no es un lujo ni un favor: es un derecho. Y hoy, más que nunca, es una exigencia urgente.

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Vicepresidente junta directiva nacional Asociación Sindical de la Industria del Petróleo y Gas (Asopetrogas)

Esta columna encierra el pensamiento del autor, en ningún caso es la posición de Río Grande.

 

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