Barrancabermeja, conocida históricamente como la capital petrolera de Colombia, atraviesa un momento de inflexión económica, social y laboral.
Por: Letty Carranza |Mientras se consolidan los procesos de transición energética a nivel global y se reconfigura el papel de la industria extractiva en el país, surgen interrogantes clave sobre el futuro de las nuevas generaciones.¿Cuál es el panorama laboral para los y las jóvenes en esta ciudad? ¿Qué oportunidades pueden surgir en medio de la transformación? Y, sobre todo, ¿cómo evitar que la juventud barranqueña quede atrapada entre la desocupación y la migración forzada?
El modelo económico de Barrancabermeja ha estado profundamente ligado a la Refinería de Ecopetrol, y más ampliamente, al sector de hidrocarburos. Durante décadas, este sector ofreció empleo bien remunerado y con estabilidad relativa, convirtiéndose en el principal motor de desarrollo. Sin embargo, en el actual contexto de transición energética, digitalización y globalización, esa base productiva comienza a mostrar signos de agotamiento y reconfiguración.
Las iniciativas por diversificar la economía local aún no logran consolidarse con la fuerza necesaria para absorber a las nuevas generaciones que ingresan cada año al mercado laboral. Esto ha generado una creciente brecha entre la oferta formativa (lo que estudian los jóvenes) y la demanda real de habilidades en el territorio.
Uno de los principales problemas que enfrentan los jóvenes de Barrancabermeja es el alto índice de desempleo juvenil. Según datos del DANE, la tasa nacional de desempleo juvenil se ha mantenido por encima del 18%, y en ciudades intermedias como Barrancabermeja, esta cifra puede ser aún mayor. A esto se suma la precariedad del empleo informal, donde gran parte de los jóvenes trabajan sin seguridad social, sin contratos formales y con bajos ingresos.
Adicionalmente, existen barreras socioeconómicas que dificultan la empleabilidad juvenil: acceso limitado a educación de calidad, falta de oportunidades para el primer empleo, discriminación por género o por pertenecer a sectores populares, y escasos programas de emprendimiento juvenil con enfoque territorial.
Otro aspecto crítico es la desconexión entre el sistema educativo y las necesidades del mercado laboral local. A menudo, las instituciones de educación media y superior no están alineadas con las habilidades que requieren sectores emergentes como la economía digital, el turismo sostenible, las energías renovables o la logística. Esta brecha afecta directamente las posibilidades de inserción laboral y la productividad juvenil.
Si bien existen esfuerzos por parte del SENA y otras instituciones para ofrecer formación técnica y tecnológica, muchas veces estos programas no están articulados con una estrategia de desarrollo económico local. Además, las y los jóvenes enfrentan obstáculos para acceder a estas formaciones por razones económicas o logísticas.
A pesar del panorama desafiante, Barrancabermeja también tiene enormes oportunidades si se toman decisiones estratégicas y concertadas. Una de ellas es el desarrollo de sectores alternativos, como el turismo cultural e histórico (aprovechando la rica historia sindical y popular del territorio), el agroemprendimiento sostenible, la economía circular y las industrias creativas.
Asimismo, la transformación digital puede ser una aliada si se garantiza el acceso a internet, conectividad rural y formación en habilidades tecnológicas. El trabajo remoto y los empleos del sector TI ofrecen una ventana de oportunidad para jóvenes que, con las competencias adecuadas, pueden insertarse en mercados globales desde su territorio.
Además, iniciativas de economía social y solidaria, impulsadas por cooperativas, asociaciones juveniles y organizaciones comunitarias, pueden ofrecer alternativas laborales con enfoque colectivo, solidario y territorial.
No se puede hablar del futuro del empleo juvenil sin mencionar la corresponsabilidad de los diferentes actores. Las políticas públicas locales deben priorizar el empleo joven como un eje de desarrollo. Esto implica no solo incentivar el emprendimiento, sino crear un ecosistema laboral inclusivo: desde incentivos fiscales para empresas que contraten jóvenes hasta programas de mentoría, pasantías, formación continua y acompañamiento psicosocial.
El sector empresarial también tiene un papel clave en la creación de empleo digno, así como en la apertura de espacios de diálogo con los jóvenes sobre sus expectativas y necesidades. Por su parte, el movimiento social, las organizaciones juveniles y los sindicatos deben fortalecer su capacidad de incidencia para garantizar que las voces jóvenes sean escuchadas en la planificación territorial.
El futuro del empleo juvenil en Barrancabermeja no está escrito. Dependerá de la capacidad de anticiparse a los cambios globales, de invertir en la juventud como activo transformador, y de construir una visión compartida que priorice la equidad, la sostenibilidad y la justicia social. Frente a la transición económica, es fundamental que las juventudes no sean tratadas como víctimas pasivas, sino como protagonistas activos del desarrollo local.
En tiempos de incertidumbre, las decisiones que tomemos hoy definirán si el mañana es un territorio de oportunidades o de frustraciones. Apostar por los y las jóvenes de Barrancabermeja es apostar por el futuro de toda la región.
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* Topógrafa, Trabajadora Social en formación, Defensora de Derechos Humanos.
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