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Fiestas decembrinas: Recuperando la cultura ancestral

Nuestros ancestros nos dejaron un legado originario en las fiestas tradicionales de diciembre, transmitido de generación en generación. Sin embargo, con el tiempo, se han añadido cambios modernos que enfatizan la comercialización, contribuyendo a la pérdida de valores esenciales.

Por: Ismenia Saavedra | Las fiestas decembrinas en Colombia son una rica amalgama de tradiciones ancestrales y costumbres modernas que reflejan la diversidad cultural del país.

Estas celebraciones, enraizadas en tradiciones indígenas, africanas y europeas, trascienden lo puramente religioso y se convierten en una expresión de identidad, unidad y alegría colectiva.

Orígenes Precolombinos

Antes de la llegada de los españoles, los pueblos indígenas de Colombia celebraban ciclos agrícolas y cambios estacionales con rituales y ceremonias especiales. En diciembre, muchas comunidades rendían homenaje al sol y a las cosechas. Por ejemplo, los muiscas, habitantes de la región andina, realizaban ceremonias para agradecer a Bochica, su deidad solar, por las buenas cosechas y la protección durante el año.

Estas tradiciones incluían danzas, cantos y ofrendas en lugares sagrados como lagunas y montañas. Aunque la colonización española transformó estas costumbres, muchas de ellas se fusionaron con las festividades cristianas introducidas por los colonizadores.

Influencia colonial y síntesis cultural

Con la llegada de los españoles, las celebraciones decembrinas adquirieron un carácter cristiano, especialmente con la introducción de la Navidad y las festividades en honor a la Virgen María. Una de las tradiciones más destacadas es la de las novenas, una práctica católica que combina rezos, música y encuentros familiares durante los nueve días previos a la Navidad.

Sin embargo, las influencias indígenas y africanas persistieron, enriqueciéndolas con ritmos, danzas y sabores propios. Por ejemplo, en las comunidades afrocolombianas del Pacífico, se celebran las parrandas navideñas con música de marimba y tambores, mientras que en las regiones indígenas se mantiene un profundo respeto por la naturaleza y los ciclos vitales.

Tradiciones regionales

Colombia, con su diversidad geográfica y cultural, celebra las fiestas decembrinas de formas variadas:

  1. La noche de las velitas
    Celebrada el 7 de diciembre en honor a la Inmaculada Concepción, esta festividad tiene raíces tanto religiosas como ancestrales. La luz de las velas simboliza la esperanza y la guía espiritual, evocando ceremonias indígenas dedicadas al fuego.
  2. Las novenas de aguinaldos
    Más que una práctica religiosa, las novenas son un espacio de integración familiar y comunitaria. Se acompañan de villancicos, comidas típicas como natillas y buñuelos, y un ambiente festivo.
  3. Ferias y carnavales
    Durante diciembre, muchas ciudades y pueblos celebran ferias y carnavales que mezclan elementos prehispánicos y coloniales. El Carnaval de Negros y Blancos en Pasto, aunque ocurre a principios de enero, tiene raíces en las festividades decembrinas, reflejando la diversidad cultural del país.
  4. Rituales de purificación
    En algunas comunidades indígenas, diciembre es un tiempo para realizar rituales de purificación, pedir por la fertilidad de la tierra y agradecer por los frutos recibidos durante el año.

El legado en la modernidad

Hoy en día, las fiestas decembrinas en Colombia son un testimonio vivo de la capacidad de las culturas para adaptarse y enriquecerse mutuamente.

Las nuevas generaciones celebran estas tradiciones, integrando elementos contemporáneos como las luces eléctricas y la tecnología, sin perder el significado profundo de unidad y gratitud.

Estas celebraciones no solo fortalecen los lazos familiares y comunitarios, sino que también promueven el respeto por las raíces culturales del país. Son una invitación a reflexionar sobre el pasado, celebrar el presente y mirar al futuro con esperanza y armonía.

Pérdida de valores en la actualidad

En los tiempos actuales, muchas personas han comenzado a perder valores esenciales como el respeto, el amor filial, la dignidad, el cuidado de la vida, la fe en Dios, la lealtad y el espíritu de progreso. Este deterioro ha contribuido al debilitamiento del tejido social, restando valor a la vida y a las relaciones humanas.

La época decembrina debe ser un tiempo de reflexión, reconciliación familiar y fortalecimiento espiritual. Es una oportunidad para renovar la fe, fomentar valores y promover el espíritu de emprendimiento, contribuyendo al bienestar individual y colectivo.

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*Magister en gestión de la tecnología educativa, fundadora de Asomurgam, representante de Ademucis Santander, presidente de Asomurba, fiscal de ASTPB, coordinadora del proyecto recuperación de la cultura ancestral medicinal, líder en semilleros de investigación.

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Esta columna encierra el pensamiento del autor, en ningún caso es la posición de Río Grande.

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