El conflicto entre las disidencias de las FARC lideradas por alias Calarcá Córdoba y Walter Mendoza que han cobrado un alto costo en vidas humanas, dejando once muertos en el más reciente enfrentamiento.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno por mediar entre ambos líderes en el marco de la política de “paz total”, la rivalidad entre estos actores armados persiste debido al control territorial y las economías ilícitas.
Los grupos en disputa
- Calarcá Córdoba lidera el Estado Mayor de los Bloques y Frente (EMBF), una disidencia con fuerte presencia en regiones estratégicas como Putumayo, Caquetá, Magdalena Medio, Bolívar y Catatumbo.
- Walter Mendoza, al frente de los Comandos de Frontera, opera en zonas similares, lo que intensifica la competencia por corredores estratégicos y recursos ilícitos como minería y narcotráfico.
Ambos actores han participado en las mesas de diálogo promovidas por el Gobierno, pero mantienen una confrontación directa que afecta gravemente a la población civil en estos territorios.
El consejero de paz, Otty Patiño, ha manifestado la intención de mediar para establecer alivios humanitarios y crear zonas de distensión en las áreas más afectadas por la violencia.
Sin embargo, analistas como Laura Bonilla, de la Fundación Pares, advierten que la presencia de múltiples actores armados en las mismas zonas complica los esfuerzos de pacificación, ya que la desmovilización de un grupo podría dejar el control en manos de otro.
La falta de cohesión ideológica entre las disidencias dificulta las negociaciones, pues estos grupos operan más como una confederación dedicada a actividades ilícitas que como movimientos políticos con una causa unificada.
Para contener la violencia, el Gobierno deberá diseñar estrategias que no solo incluyan mesas de diálogo, sino también una intervención integral que aborde las causas estructurales del conflicto y proteja a la población civil.