La ciudadanía colombiana se ha acostumbrado a hablar de “Cultura Ciudadana” término que por su uso – y abuso – como dirían en mi tierra se lo “perratearon”, al punto que al hablar hoy de eso (sobre todo en boca de funcionarios públicos) se convierte en algo etéreo, intangible e inane. Por eso yo, hablo de un concepto más amplio, al cual me he referido en otras ocasiones, y este concepto es la civilidad.
Por: Alberto Rafael Cotes Acosta | Casi siempre que me refiero a este tema, es en el marco de la movilidad en nuestras ciudades, y esto es porque, en la calle, todos los ciudadanos somo usuarios de las vías, independientemente del rol que estemos jugando en el momento que estemos en la calle, esto es, si somos peatones, patinadores, ciclistas, motociclistas o conductores de vehículos particulares (automóviles) o de servicio público (buses, busetas), o conductores de vehículos pesados, es decir, maquinaria, volquetas, etc., todos somos usuarios de las vías y todo somos iguales.
“La movilidad es un derecho social fundamental como la educación y la salud”: Lucho Gutiérrez, director de la Asociación Latinoamericana de Transporte Sustentable (Asimus).
Es decir, cada uno de nosotros, repito, independientemente del rol en el que estemos, tenemos los mismos derechos y deberes al hacer uso de las calles, calzadas, aceras, zonas de estacionamiento, zonas peatonales, etc., y lógicamente esa igualdad, al no ser respetada por algún ciudadano, al ser trasgredida, genera el conflicto. Porque la civilidad, parte de un concepto más amplio, que es el respeto y hoy por hoy en Colombia, en nuestras ciudades, la falta de civilidad, la falta de respeto, ha traído como consecuencia que en las calles se cometan toda suerte de infracciones y violaciones a las normas de tránsito, provocando ese conflicto, no solo entre los ciudadanos, si no entre estos y las autoridades de tránsito encargadas del control de la movilidad.
Pero más allá de esto, más allá de los conflictos que se generan en la calle, y a pesar de que, para mí, este es el principal problema de movilidad en nuestras ciudades, el hecho es que las consecuencias de esos comportamientos, son nefastas para cualquier sociedad que se considere “civilizada”.
Repasemos, según el Observatorio de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), durante el año 2023 en Colombia, cada 63 minutos falleció una persona en el país por siniestros viales, es decir, murieron en el país 4.769 personas, y el último dato de este año (julio de 2024) ya va en 4.551 personas fallecidas en siniestro vial, más del 60 % de estas víctimas son usuarios de motocicleta y más del 21 % de ellas son peatones.03 %
El 52,03% de estos siniestros tiene como causa probable el exceso de velocidad, mientras que el 24 % tiene como causa probable el no respeto a las señales de tránsito, pero una combinación de estas dos causas probable, es sin duda alguna – en mi concepto – el irrespeto a los semáforos. Es increíble ver como en cualquier ciudad de Colombia, los actores viales, y especialmente los motociclistas pasan por el semáforo como si este no existiera, como, estando la luz en rojo, pasan tranquilamente, a veces sin mirar a lado y lado a ver si viene otro vehículo atravesando la intersección, o si va algún peatón atravesando la calzada aprovechando la luz roja para los vehículos.
La verdad, y ofrezco excusas a los lectores de antemano por el término, pero me parece una gran estupidez de los conductores pasarse una luz roja. En la mayoría de las intersecciones semafóricas, lo máximo que puede durar el cambio de luz es 90 segundos, es decir 1 minuto y 30 segundos, y repito es una gran estupidez perder la vida o quedar lisiado, o tener que pagar una multa y que le inmovilicen el vehículo, por no esperar ese minuto y medio pasándose la luz roja. Lo peor de todo, es que esos comportamientos sociales, “se pegan”, es decir, el ciudadano que es respetuoso y ve a otro que se pasa la luz roja, tiende a tener el mismo comportamiento, pero además son comportamientos sociales muy difíciles de desarraigar, y para lograrlo, se necesita no solo de inversión en términos económicos, si no de tiempo y paciencia.
Esas inversiones económicas, lastimosamente los mandatarios locales que son la primera autoridad en materia de tránsito en nuestros territorios, no están muy dispuestos a invertirlas, ya que les parece un intangible, es decir, eso no se ve como un parque, una vía, un centro de salud o una escuela, pero resulta que si se ve, y se ve en una mejor movilidad, en un ambiente más adecuado en las calles y en el disfrute y goce de los ciudadanos de las calles, aceras, zonas peatonales, es decir de la calle.
Además, los mandatarios no tienen el tiempo (apenas son 4 años), ni la paciencia (hay que mostrar cosas para seguir aspirando a cargos mayores) para hacer lo que se necesita, que en mi concepto es invertir en inculcar o si se quiere, en reinculcar en nuestros ciudadanos el sentido de civilidad, el respeto por las normas, por las autoridades, por las señales y por los demás ciudadanos. Mientras eso no se logre, la calle seguirá siendo “una selva de cemento” donde no solo imperará el desorden, si no que vivirá llena de conflictos y de siniestros viales con sus muertos y heridos.
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*Arquitecto, especialista en evaluación y gerencia de proyectos, especialista en gerencia e interventoría de obras.
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