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Reunión Uribe–Díaz Mateus, un gesto que habla más de lo que dice

El mensaje publicado por el gobernador de Santander, Juvenal Díaz Mateus, tras su encuentro con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, no es un simple saludo protocolario. En el contexto político, donde los gestos tienen peso simbólico y estratégico, esta reunión revela una serie de intereses que trascienden lo administrativo y se insertan en el tablero político regional y nacional.

Díaz Mateus, general retirado y actual mandatario departamental, ha construido su perfil sobre pilares como la seguridad, la institucionalidad y el desarrollo territorial. En ese marco, reunirse con Uribe —figura emblemática de la política colombiana, especialmente en temas de seguridad democrática— puede interpretarse como una reafirmación ideológica, una búsqueda de legitimidad ante sectores conservadores, y una señal de alineamiento con el uribismo en momentos de alta polarización.

El simbolismo del encuentro

El mensaje del gobernador destaca tres ejes: seguridad, inversión en vías y desarrollo comunitario. Estos temas no son casuales. Representan los pilares del discurso uribista desde su primera presidencia (2002-2010), y han sido retomados por sus seguidores como bandera frente a los modelos alternativos de gobierno que priorizan el enfoque social, el diálogo con actores armados y la redistribución.

En ese sentido, el encuentro puede leerse como una forma de reactivar el capital simbólico del expresidente en Santander, departamento históricamente afín al Centro Democrático y a las tesis de mano dura contra la criminalidad. En un contexto de creciente violencia en el Magdalena Medio y de tensiones con el Gobierno Nacional por la implementación de la “paz total”, Díaz Mateus parece buscar respaldo en una figura que representa orden, autoridad y confrontación directa con los grupos armados ilegales.

La figura de Álvaro Uribe Vélez, sin embargo, no está exenta de controversia. El expresidente enfrenta un proceso penal por los delitos de fraude procesal y soborno en actuación penal. En agosto de 2025, el Tribunal Superior de Bogotá revocó la medida de detención domiciliaria que pesaba sobre él, argumentando que no existía riesgo de fuga y que debía respetarse el principio de presunción de inocencia. No obstante, esta decisión no equivale a una absolución: el proceso continúa en segunda instancia, y la condena de doce años de prisión dictada en primera instancia sigue vigente mientras se resuelve la apelación.

Este contexto judicial convierte cualquier gesto de respaldo hacia Uribe en un acto político de alto riesgo. Para sus seguidores, el fallo representa una reivindicación del debido proceso; para sus detractores, una muestra de impunidad. En ese escenario, el saludo del gobernador puede ser interpretado como una toma de posición: no solo se reconoce la experiencia del expresidente, sino que se le legitima como interlocutor válido en temas de política pública, a pesar de su situación judicial.

Repercusiones políticas

En Santander, el uribismo conserva una base sólida, especialmente en sectores empresariales, gremiales y militares. La Cámara de Comercio de Bucaramanga y la ANDI regional han expresado en diversas ocasiones su respaldo a políticas de seguridad y estabilidad jurídica, elementos que asocian con el legado de Uribe. El gesto de Díaz Mateus puede reforzar esa alianza tácita entre institucionalidad departamental y sectores económicos que ven en el expresidente una garantía para la inversión y el orden.

Además, el mensaje se inscribe en un momento de reconfiguración política en la región. El gobernador ha liderado reuniones de seguridad en el Magdalena Medio, alertando sobre la presencia del ELN, el Clan del Golfo y disidencias de las FARC. En ese contexto, invocar la experiencia de Uribe puede ser una estrategia para posicionarse como líder regional con capacidad de interlocución nacional, especialmente frente a un Gobierno central que ha sido criticado por su manejo de la seguridad.

Aunque el mensaje del gobernador no menciona afiliación partidista ni respaldo explícito al Centro Democrático, el tono y el contenido sugieren una cercanía ideológica. En Colombia, donde la línea entre lo institucional y lo político es difusa, este tipo de gestos adquiere un valor estratégico. Para algunos analistas, Díaz Mateus estaría preparando el terreno para una eventual candidatura nacional o para consolidar una coalición regional que se oponga a las políticas del Gobierno Petro.

La referencia al “progreso del departamento” y el uso de símbolos patrios refuerzan la idea de un discurso nacionalista, centrado en el desarrollo desde la seguridad. Esta narrativa ha sido históricamente efectiva en regiones como Santander, donde el conflicto armado ha dejado huellas profundas y donde la ciudadanía demanda respuestas concretas frente a la violencia.

El encuentro entre Juvenal Díaz Mateus y Álvaro Uribe Vélez no puede entenderse como una simple reunión entre dos figuras públicas. En el contexto actual, marcado por la polarización, la judicialización de líderes políticos y la disputa por el modelo de país, este saludo se convierte en un mensaje cifrado, una señal de alineamiento y una apuesta por un tipo de liderazgo que privilegia la autoridad, la inversión en infraestructura y la confrontación directa con el crimen.

Para Santander, este gesto puede traducirse en una mayor cohesión entre sectores conservadores, pero también en una profundización de las divisiones políticas. En todo caso, revela que el expresidente Uribe, a pesar de su proceso judicial, sigue siendo un actor relevante en el escenario político regional, y que su legado continúa influyendo en las decisiones de quienes gobiernan.

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