Written by 2:27 am ANÁLISIS

El salto de Quintero: irrupción polémica y repunte en las encuestas

Lo que prometía ser una jornada de diálogo económico entre precandidatos presidenciales en el Congreso Empresarial de la ANDI se convirtió en un episodio de alto voltaje político. Daniel Quintero, exalcalde de Medellín y aspirante por el Pacto Histórico, irrumpió sin invitación en el evento, subió al escenario durante la intervención de Mauricio Cárdenas y desplegó una bandera de Palestina ante un auditorio atónito.

En un escenario marcado por la tensión entre sectores empresariales y figuras del progresismo colombiano, la Asamblea de la ANDI 2025 se perfilaba como un espacio de diálogo técnico y estratégico sobre el rumbo económico del país. Sin embargo, la exclusión de ciertos precandidatos presidenciales —entre ellos Daniel Quintero, exalcalde de Medellín y figura emergente del Pacto Histórico— encendió las alarmas sobre la neutralidad del evento. La organización justificó su decisión alegando criterios de representatividad y agenda, pero voces críticas señalaron una censura ideológica disfrazada de logística.

Quintero, conocido por su estilo confrontativo y su habilidad para capitalizar momentos mediáticos, decidió irrumpir en el evento sin invitación. Durante la intervención de Mauricio Cárdenas, subió a la tarima, desplegó una bandera palestina y denunció el “genocidio en Gaza”, vinculando el conflicto internacional con intereses empresariales colombianos, como la exportación de carbón a Israel. El gesto, inesperado y simbólicamente potente, generó reacciones inmediatas: abucheos en el auditorio, críticas desde otros precandidatos, y un aluvión de comentarios en redes sociales.

Este episodio enrarecido se inscribe en un contexto electoral donde Quintero ha logrado posicionarse como una figura disruptiva. Su narrativa de exclusión, su defensa de causas internacionales y su estilo provocador parecen resonar en sectores jóvenes y críticos del establecimiento. Las encuestas más recientes lo ubican en ascenso, tanto dentro del Pacto Histórico como en el panorama general, lo que sugiere que su estrategia de visibilidad está teniendo impacto.

La irrupción en la ANDI no solo tensionó el debate político, sino que reconfiguró el eje de discusión: ¿quién decide qué voces merecen ser escuchadas en los espacios de poder? Y, más aún, ¿cuál es el costo político de desafiar esos límites?

El acto: bandera, gritos y censura

Vestido de traje formal y con la bandera palestina extendida frente al público, Quintero denunció lo que calificó como “genocidio en Gaza” y acusó a la ANDI de censurarlo por su postura crítica frente a la venta de carbón colombiano a Israel. “La plata no puede estar por encima de la vida”, declaró posteriormente en redes sociales.

Los asistentes reaccionaron con abucheos, gritos de “¡fuera!” y “¡ladrón!”, mientras el equipo de seguridad lo escoltaba fuera del recinto. Panelistas como María Fernanda Cabal y Enrique Peñalosa mostraron gestos de desconcierto, y el moderador Juan Roberto Vargas intentó retomar el orden sin éxito inmediato.

La escena provocó una ola de reacciones. Desde el mismo Pacto Histórico, Susana Muhamad —también precandidata y de ascendencia palestina— criticó el gesto de Quintero, señalando que “nadie debe mercadear electoralmente con el dolor del pueblo palestino”.

Por su parte, Quintero defendió su acción como un acto simbólico de protesta y aseguró que tanto él como el presidente Gustavo Petro fueron excluidos del evento por oponerse al conflicto en Gaza y a los intereses empresariales vinculados.

El repunte en las encuestas

Pese a la controversia, el episodio parece haber tenido eco en la opinión pública. Según la más reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría (CNC), Quintero ocupa el segundo lugar en intención de voto dentro del Pacto Histórico, con un sólido 20 %. En el panorama general, la firma Guarumo lo ubica en la quinta posición entre 75 aspirantes presidenciales, con un 8,1 % de respaldo.

Este crecimiento ha sido interpretado por analistas como una consolidación de su perfil disruptivo, capaz de captar votos más allá del núcleo duro del petrismo. Aunque él mismo ha dicho que “no cree en las encuestas”, su estrategia mediática y sus gestos simbólicos parecen estar resonando en sectores que buscan una alternativa política con narrativa confrontativa.

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