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En Barrancabermeja hay festival, y del grueso

Crónica de una mañana pasada por caja, guacharaca y acordeón en la antesala del 38 Festival Vallenato del Distrito.

Por: Pedro Severiche Acosta | La mañana de este domingo en Barrancabermeja no fue una mañana cualquiera. No. Fue una mañana pasada por caja, guacharaca, acordeón y por el inconfundible sabor a Festival Vallenato. La cita la propuso la nueva junta directiva de la Fundación Festival de Acordeones, liderada por un joven inquieto en estas lides que ya comienza a dar de qué hablar positivamente: Jairo Andrés Fernández.

El lugar escogido para este encuentro no fue una oficina fría ni un salón de conferencias. No. Fue el kiosco de la antigua sede de la Universidad Cooperativa de Colombia (UCC), un lugar con alma, con historia, con aire de tertulia. Uno a uno fue llegando los jurados de esta versión 38 del Festival Vallenato de Barrancabermeja. Cada quien, con su mochila de saberes y su oído educado, traía la disposición de aportar lo mejor a esta nueva edición, que volverá a celebrarse en la cancha de fútbol del barrio La Floresta, en la comuna tres del Distrito, del 9 al 12 de octubre próximo. Este año, con un homenaje especial al maestro Rafael Manjarrez, compositor consagrado de la música vallenata.

Los maestros llegan uno a uno

El primero en aparecer fue el maestro Andrés Guerrero, autor del éxito Cenizas Frías, un hombre que defiende el Vallenato clásico con la misma convicción con la que otros rezan sus credos. Luego llegó Samy Ariza, experto en la ejecución precisa de los aires del vallenato: paseo, son, merengue y puya. El turno fue después para Jairo Andrés de la Ossa, Virrey del Festival de la Leyenda Vallenata 2025, cuya presencia marcó una diferencia no solo por lo técnico, sino por lo apasionado de su visión. Samy es Rey de Reyes de nuestro Festival Vallenato, en cambio Jairo Andrés de la Ossa también.

Y ahí estábamos todos. Se firmó entonces lo que podría calificarse sin exageración como una parranda académica. Porque entre risas, gaseosas, amargas, apuntes y música, la tarea fue clara: analizar la velocidad en la ejecución de la puya. Sí, la puya, ese aire alegre y complejo, que puede ser el más exigente de todos.

Una parranda con sabor a cátedra

Como ejemplos de estudio, se pusieron sobre la mesa las interpretaciones de Juan David “El Pollito” Herrera en los años finales del siglo pasado; las ejecuciones de Samy Ariza en el año 2000; y la más reciente, la de Jairo de la Ossa enfrentando nada menos que al Rey Vallenato Iván Zuleta hace un par de semanas. Qué cátedra, señores. El más criticado, con cariño y respeto, fue El Pollito por su velocidad desbocada, casi al estilo Schumacher. Samy recibió elogios por su limpieza técnica, pero el aplauso mayor se lo llevó Jairo Andrés de la Ossa. No solo por cómo tocó, sino por lo que dijo: “Yo soy un enfermo en el uso de los bajos. Para eso están ahí.”

Terminada la clase, vino la parranda. Y ahí sí se desató la fiesta. José Montes rompió el ayuno en el canto y se echó varias de esas canciones con su poderosa e inimitable garganta profunda que llegan fondo del alma. James Pérez puso la caja a sonar con una perfección que hizo vibrar hasta las hojas de los árboles, y tuvo el gesto noble de donar una caja a la escuela de formación musical Cacique Pipatón. Lo propio hizo Rafael Suarez Beleño, entregando guacharacas, más tres cajas. Un acordeón nuevecito, como quien entrega herramientas para sembrar futuro , fue él donado por Eduardo Vásquez.

Le cogimos la caña

En medio de la emoción, se recordó el anuncio del Rey Vallenato Iván Zuleta, quien propuso recientemente una iniciativa para crear escuelas de música vallenata con la donación de 50 acordeones a niños pobres. Y aquí, en Barrancabermeja, le cogimos la caña. No nos quedamos atrás. Con aportes propios, con convicción, estamos haciendo algo parecido. Porque cuando de Vallenato grueso se trata, aquí también sabemos cómo se hace patria con un acordeón en la mano.

Y como buena reunión vallenata, todo cerró con comida, porque barriga llena también toca mejor. El arroz de palito, con su buena presa, se sirvió como manjar de dioses. Un cierre sabroso para una mañana que fue más que una reunión de organización: fue una afirmación viva de que el Vallenato no solo vive, sino que respira fuerte y hondo en el corazón del Magdalena Medio.

La cereza del pastel fue el anuncio del gobierno local: habrá apoyo total para esta edición número 38 del Festival de Acordeones. Se dijo claro y se dijo firme. Porque en Barrancabermeja, cuando se habla de cultura, se habla con el pecho henchido y la frente en alto.

Así que ya lo saben: este año del  9 al 12 de octubre, La Floresta será el epicentro del folclor. Un canto a la identidad. Una fiesta para el alma.

Hay Festival, y del grueso.

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Comunicador Social y Periodista

Esta columna encierra el pensamiento del autor, en ningún caso es la posición de Río Grande.

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