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Harnache: alma y nervio del Global Big Day en Barrancabermeja

En Barrancabermeja, ciudad históricamente asociada al petróleo, al sindicalismo y al conflicto, hay un hombre que ha decidido poner los oídos –y el corazón– en otra riqueza: el canto de las aves.

Por: Pedro Severiche Acosta | Su nombre es Jaime Harnache, y en cada edición del Global Big Day, él se convierte en el alma y el nervio de una cruzada silenciosa pero profunda: contar con precisión y pasión las especies aladas que sobrevuelan el Magdalena Medio.

Hablar de Harnache es hablar de compromiso ambiental, de ciencia ciudadana, de una convicción que no necesita reflectores pero que sí deja huella. No organiza los conteos de aves desde un escritorio con aire acondicionado; lo hace a pie, en bicicleta, entre charcos, humedales y senderos urbanos. Conoce cada rincón donde aún anidan, entre otros, los azulejos, las oropéndolas, etc… Sabe, además, que en una ciudad que creció de espaldas al río y al bosque, registrar una nueva ave es casi un acto de resistencia.

Jaime Harnache-Fotógrafo profesional

El pasado 10 de mayo, en el marco del Global Big Day, Colombia volvió a ocupar el primer lugar mundial en avistamiento de aves. Pero detrás de esa hazaña nacional hay miles de historias locales que la sostienen. En Barrancabermeja, esa historia lleva el rostro, la voz y los pasos de Jaime. Gracias a su liderazgo, decenas de listas de especies fueron cargadas a la plataforma de Cornell Lab, cientos de personas participaron en recorridos de avistamiento y más de mil cantos fueron registrados en el país, varios de ellos en esta calurosa ciudad bermeja.

Pero lo de Harnache va más allá de lo técnico. Él ha logrado algo más difícil que contar aves: ha contagiado a otros de su amor por ellas. Estudiantes de colegio, líderes ambientales, docentes, familias enteras y hasta vecinos incrédulos se han sumado a la jornada gracias a su convocatoria. Porque Harnache no impone: inspira. Y lo hace con la paciencia del que escucha, del que explica con cariño, del que comparte su teleobjetivo como quien presta una parte de su alma.

El Global Big Day no sería lo mismo sin él. Porque en una ciudad como Barrancabermeja, donde la prisa urbana y la desidia ambiental compiten por enterrar lo que queda de naturaleza, hace falta alguien que insista. Y Jaime insiste. Camina con su cuaderno de campo, graba cantos, toma fotos, verifica nombres científicos y luego enseña, corrige, orienta. Su labor ha sido clave para que la ciudad comience a verse no solo como la “capital petrolera de Colombia”, sino también como un santuario urbano de biodiversidad.

Ojalá más ciudades tuvieran su Jaime. Ojalá más líderes entendieran que conservar es también educar, caminar, observar. Ojalá quienes toman decisiones comprendieran que un país que escucha sus aves es un país que empieza a escucharse a sí mismo. Por ahora, en Barrancabermeja, ya lo estamos haciendo. Y buena parte de ese milagro se debe a un hombre que sigue caminando con los ojos en las ramas y el oído puesto en el viento

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Comunicador Social y Periodista

Esta columna encierra el pensamiento del autor, en ningún caso es la posición de Río Grande.

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