El anuncio se realizó en dos momentos simbólicos de la ciudad: primero, en la Biblioteca Pública Alejandro Galvis Galvis de la Universidad Industrial de Santander (UIS), y luego, este domingo en horas de la mañana, en la Terminal Yuma, a orillas del río, donde se dio cierre al acto con una ceremonia de carácter restaurativo.
En una jornada cargada de significado para las comunidades del Magdalena Medio, la magistrada Catalina Díaz, relatora del Subcaso Magdalena Medio de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), anunció una decisión sin precedentes: la acreditación del río Magdalena como víctima del conflicto armado colombiano.

Foto: Obra de Sair García.
El río como sujeto de derechos
En la sede de la UIS, frente a víctimas, líderes sociales, defensores de derechos humanos, investigadores y medios de comunicación, la magistrada explicó que esta determinación se da en el marco del Caso 08, que investiga los crímenes cometidos por agentes del Estado, paramilitares y otros actores armados ilegales en contra de poblaciones campesinas, sindicales, afrodescendientes e indígenas de la región.
“La acreditación del río como víctima es un paso necesario para comprender la magnitud de las afectaciones en el Magdalena Medio. No solo fue escenario de crímenes, sino también receptor de cuerpos de personas desaparecidas, de contaminación, de violencia simbólica. Reconocerlo como sujeto de derechos nos obliga como país a responder desde una perspectiva ética, ecológica y reparadora”, afirmó Díaz.

Foto: magistrada de la JEP, Catalina Díaz.
Aportes a la búsqueda de desaparecidos
Además, la magistrada señaló que esta decisión judicial viene acompañada de una serie de órdenes dirigidas a entidades estatales responsables de la búsqueda de personas desaparecidas. En particular, se espera que esta orientación fortalezca las acciones de búsqueda en el lecho del río, muchas de las cuales han sido solicitadas por décadas por parte de los familiares de víctimas sin que hasta ahora se hubieran cumplido con rigor y compromiso institucional.
Con esta decisión, la JEP no solo abre un camino jurídico inédito en el país, sino que amplía el alcance de la justicia transicional hacia una dimensión ecológica y simbólica. Las comunidades ribereñas, por su parte, celebraron que por fin se reconozca el vínculo entre el dolor humano y el deterioro ambiental como parte del mismo conflicto.

Foto: Presentación en el Muelle Fluvial.
Ceremonia de memoria en la Terminal Yuma
Horas después del anuncio en la UIS, la actividad continuó este domingo en la Terminal Yuma, donde se realizó un acto simbólico frente al río. El ambiente fue solemne, marcado por los testimonios de víctimas que, con voz entrecortada, recordaron a sus familiares lanzados al Magdalena en los años más crudos del conflicto armado. Sobre una tarima sencilla, se ubicaron flores blancas y fotografías de personas desaparecidas, mientras representantes de comunidades ribereñas y organizaciones sociales entregaban ofrendas al río como gesto de memoria y esperanza.
“Este río ha sido testigo de todo. De la vida que fluye, pero también de la muerte impuesta. Hoy lo reconocemos como una víctima más, porque su cauce guarda las verdades que aún no hemos podido contar completamente”, expresó una lideresa comunitaria de Puerto Wilches.

Foto. familiares de víctimas muestras fotos de desaparecidos.
El acto concluyó con un llamado colectivo a la no repetición y a la protección del río Magdalena como fuente de vida, memoria y justicia. La decisión de la JEP no solo tiene efectos jurídicos, sino también culturales y espirituales, al poner en el centro de la justicia restaurativa un cuerpo natural históricamente violentado, convertido ahora en símbolo de resistencia y dignidad.
Este precedente marca un hito en la implementación del Acuerdo de Paz en territorios como el Magdalena Medio, donde el dolor ha tenido un cauce común: el río. A partir de ahora, con esta acreditación, las medidas de reparación, búsqueda y garantías de no repetición también deberán tener en cuenta a la naturaleza como víctima, ampliando así el horizonte ético y político de la justicia transicional en Colombia.

Foto: el río fue testigo de la muerte en el Magdalena Medio.