Las autoridades calculan que cada tres meses sacan 80 toneladas, es decir, unas 320 toneladas al año, con documentos falseados
En las profundidades de la selva del Guainía y entre las aguas del río Inírida, se está gestando un negocio tan jugoso como ilegal. Se trata del tráfico de coltán, un mineral rarísimo y muy valioso que, aunque pocos conocen, está dejando ganancias millonarias, más que el mismísimo oro.
Este mineral, clave para fabricar celulares, computadores, aviones, armas y hasta satélites, está siendo extraído a escondidas y sin permisos, en un negocio que mueve cientos de millones y que ya tiene metidas las manos sucias de bandas criminales y hasta disidencias de las Farc.
Aunque los grupos armados no extraen el coltán directamente, sí se lucran de este negocio cobrando hasta un 15% por cada carga. La tarea sucia la hacen bandas bien organizadas, que usan a comunidades indígenas como mano de obra, pagándoles apenas $22.000 por cada kilo de este material, que luego es vendido en China por hasta $500.000 el kilo.
Los delincuentes raspan el mineral de los barrancos o lo sacan del río. Luego lo suben a embarcaciones que van hasta Vichada. De ahí pasa a Villavicencio, donde lo esconden unos días mientras falsifican papeles para hacerlo pasar como gravilla. Con los documentos en mano, lo mandan por camiones a los puertos de Buenaventura o Cartagena, y de ahí a Asia como si nada.
Las autoridades calculan que cada tres meses sacan 80 toneladas, es decir, unas 320 toneladas al año, con documentos falseados y permisos que obtienen gracias al desconocimiento (o complicidad) de funcionarios.
Según el general José James Roa, de los Carabineros, ya han tumbado dos organizaciones que llevaban años en este negocio, y van tras otra más. La estrategia, dice, es caerle a los peces gordos: los que tienen la plata, compran las dragas y contratan a los indígenas para que les hagan el trabajo sucio.
Pero el terreno no es fácil, y por eso piden que todos los funcionarios del Estado aprendan a identificar este mineral, para evitar que sigan metiendo gato por liebre en las exportaciones.
El coltán se ha convertido en el oro negro del siglo XXI, y mientras en África hay guerras por su control, en Colombia ya lo están sacando como si nada.