El homicidio de Pablo Domingo Pinto González, chofer de un autobus de transporte público, señaló el final de enero en Barrancabermeja. Un mes de violencia que concluyó con un preocupante número de 22 asesinatos.
El 31 de enero pasado, Barrancabermeja experimentó una nueva tragedia en medio de la creciente ‘ola’ de violencia que asedia la ciudad. Pablo Domingo Pinto González, de 40 años, quien trabajaba como chofer en una buseta de transporte público perteneciente a la compañía Coochoferes, murió a tiros en el sector Pablo Acuña, en la Comuna 7 del Puerto Petrolero.
El suceso tuvo lugar en pleno día en la zona denominada ‘Cuatro Muros’, cuando el cronómetro indicaba las 3:30 pm. Se halló su cadáver en la vía pública, acompañado de una motocicleta en la que se encontraba al realizar el delito. De acuerdo con el informe inicial de las autoridades, la persona afectada fue atacada a bala por un sujeto de contextura delgada, que se desplazaba a pie.
“Conforme a la información obtenida por la comunidad, la víctima fue abordada por un individuo de contextura delgada que se encontraba a pie, quien le propina varios disparos y se va del lugar”, se indica en el informe inicial de la Policía del Magdalena Medio.
Pablo Domingo Pinto González perdió a su progenitor en la masacre de ‘El Tropezón’.
Pablo Pinto, conocido afectuosamente como ‘El Pollo’, es recordado por sus colegas y vecinos como un hombre laborioso, altruista y cordial. Lo que intensifica la angustia para la familia es que este homicidio ocurre 33 años después de la muerte de su padre, quien fue uno de los objetivos de la masacre que tuvo lugar el 24 de enero de 1992, en los Billares ‘El Tropezón’.
“Lamentablemente, la violencia vuelve a afectar a esta familia, Pablo perdió a su padre en la masacre de El Tropezón, y hace apenas unos días rememorábamos este triste suceso, incluso él relataba que no tenía mucho recuerdo debido a que en ese momento solo contaba con siete años. Hoy, la violencia se apropió de su vida. “Es muy triste”, manifestó una persona cercana a la víctima.
Justamente el 24 de enero pasado, Pablo participó en una eucaristía en honor a su padre y otras víctimas, llevada a cabo en la Cuasi Parroquia La Medalla Milagrosa del vecindario La Esperanza. Siete días más tarde, su existencia también fue usurpada. La tragedia volvió a suceder para sus hijos, que, al igual que él, perdieron a su padre en medio de sucesos de violación.