Written by 12:52 am OPINIÓN

La perversidad del populismo Trumpista: una reflexión crítica

En el incesante y bullicioso teatro político contemporáneo, pocas figuras han sido tan divisivas y provocadoras como Donald Trump.

Por: María Velázquez | Este multimillonario devenido en político ha conseguido, a base de tweets incendiarios y políticas controvertidas, irrumpir en la conciencia colectiva global, exigiendo continuamente nuestra atención. Sin embargo, detrás de su fachada de fortaleza y audacia se esconde un líder cuya comprensión del mundo es a menudo superficial y no siempre en beneficio de la nación que dirige.

Trump, quien se presenta a sí mismo como un defensor de los intereses norteamericanos, parece olvidar convenientemente sus propias raíces familiares. Su madre, inmigrante escocesa, personifica el mismo sueño que ahora amenaza con desmantelar con sus políticas migratorias restrictivas.

La ironía de su retórica contra los inmigrantes se revela aún más al recordar su ascendencia, subrayando una narrativa de intolerancia que contrasta con la rica tapeza multicultural de Estados Unidos.

Económicamente, Trump perpetúa una dependencia que encierra a muchos países en una trampa difícil de superar. Su desprecio por el multilateralismo y su enfoque de “Estados Unidos primero” han erosionado relaciones no solo con América Latina, sino también con vecinos como Canadá.

Esto no solo daña las economías de socios comerciales, sino que también aísla a su país de un mundo interdependiente que prospera con alianzas y colaboración.

La política trumpista evidencia una tendencia a menospreciar o ignorar los cambios necesarios, privilegiando intereses corporativos sobre la sostenibilidad y el bienestar global.

Se evidencia cuando desmantela acuerdos ambientales o when promotes el uso desmedido de combustibles fósiles, ignorando las advertencias de la comunidad científica sobre el calentamiento global. Este enfoque cortoplacista es peligroso, situando al mundo al borde de crisis ambientales irreparables.

En número creciente, líderes y ciudadanos de otras naciones alzan la voz contra las políticas de Trump. No es solo una reacción desde la izquierda política, sino también de aquellos en el centro y la derecha que comprenden que su enfoque beligerante y unilateral no puede conducir a un mundo más estable o seguro. Frente a este panorama, el reto es monumental: detener la marea populista que amenaza con socavar las instituciones democráticas establecidas.

Colombia, en su camino hacia la redefinición de su identidad política y económica, bien pudiera aprender de estos desafíos. Nuestra riqueza natural, desde la biodiversidad hasta los recursos minerales, debe ser protegida y utilizada sabiamente, libres de la amenaza del capricho extranjero. La independencia y dignidad de una nación se reflejan en cómo gestiona sus recursos, escribe su historia y decide su futuro.

La insaciable sed de control, evidenciada en movimientos proteccionistas y políticas radicales, no tiene otro fin más que el de perpetuar un estatus quo cada vez más insostenible.

Esto es algo que tanto Estados Unidos como otras naciones deben reconocer antes de que el daño sea irreparable. Y es que, al final del día, la historia ha demostrado que los imperios construidos sobre la explotación y el aislamiento están destinados a caer.

Es en estos momentos de división y discordia donde la comunicación y el entendimiento mutuo se vuelven esenciales. Los medios de comunicación, tradicionalmente vistas como árbitros de la verdad, enfrentan la tarea monumental de descifrar y depurar la información producida en un mundo ahogado por las fake news. Este fenómeno, exacerbado durante la administración Trump, ha puesto en jaque a quienes luchan por mantener un diálogo informado y transparente.

Al mirar hacia adelante, el papel de jóvenes líderes que abrazan la comprensión global y no el temor debe ser remarcado. Defender lo que es justo, no en función de lo que dicten poderes hegemónicos, sino con la convicción de una sociedad equitativa y justa para todos sus habitantes. En este sentido, el ejemplo de figuras que se han levantado contra la retórica tóxica y el odio infundado ofrece una guía hacia el futuro.

La herencia política de Trump, plagada de polémica y escándalo, presenta una advertencia severa sobre los peligros de un liderazgo que privilegia la división sobre la unidad. A medida que avanzamos, es imperativo que tanto Colombia como otras naciones se mantengan firmes en su búsqueda de autodeterminación, justicia e igualdad.

En conclusión, la narrativa política que Donald Trump ha impulsado prolifera en un mundo donde el valor de los principios democráticos está en juego. La defensa de nuestras instituciones y los valores que representan no es solo una opción, sino una necesidad urgente.

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María Adalgiza Velásquez, Socióloga
Lideresa social-política- feminista
Gestora social
Consejera nacional –Distrital
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Esta columna encierra el pensamiento del autor, en ningún caso es la posición de Río Grande.

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